La vida Cuadrado

Avanzó lentamente por la fila de zombies que conectaban con la capilla ardiente esperando ansioso el momento de la reivindicación, del desagravio esperado en silencio y con el puño del corazón apretado. La imagen del abuelo y de la abuela estuvieron en su mente, como la tenía el 30 de septiembre de 1974 cuando le informaron al niño de 7 años, que era en aquel entonces, la peregrina idea de que olvidase los juegos y los arrumacos de su tata.
32 largos años habían pasado masticando la rabia y alimentando en silencio la incomprensible sensación de impunidad que alimentaba al ex – dictador. Nadie hacía nada, y lo poco que se hacía se perdía en recovecos legales que a nadie importa mas que a los delincuentes que se alimentan de la carroña podrida del olvido. La fila avanza lento, y la escuela militar vuelve del recuerdo de infancia de un niño mimado por armas que no apuntaban y menos disparaban.
Ya dentro los rostros de congoja que son al mismo tiempo el rostro de la miseria y del egoísmo alimentaron la afrenta de toda una vida. Frente al féretro aquel rostro duro e impostor parecía caerse en una humanidad grotesca como la muerte que descansa después de su danza macabra. Era demasiado dolor, un escupitajo lo alivió en parte, un pequeño desagravio. Una muestra representativa de rencor. ¿Acaso no se dan cuenta?, ¿Qué ser humano ejecuta tal acto de bajeza moral?... Sólo la necrofobia que se alimenta de la podredumbre del que se alimenta de la mentira, que destruye la verdad y la justicia, que construye sobre egoísmos y odios, sólo desde ahí puede comprenderse aquel acto que nadie atacó, porque todos debimos entenderlo en sotto voce.